sexta-feira, 8 de outubro de 2010

Eucaristía real


La mujer entró en la casa de la religión tradicional, donde Jesús estaba comiendo y, llorando a sus pies en un momento de profunda reverencia, despertó gran vergüenza a todos.
Se pensó para sí: "Si Jesús era en verdad un profeta, sabría que está en contacto con alguien que es muy pecador."
Tengo una lección de este episodio: que Jesús se dejó tocar por los pecadores!
Él no tenía ese tipo de vergüenza, o podemos usar otra palabra más contemporánea, ese tipo de sesgo.
Todo lo que tenemos que hacer en estos días, como Iglesia, es unir a las personas a él, nunca separarlas.
No somos intermediarios, somos testigos, recibimos el ministerio de la reconciliación, por lo tanto, no somos nosotros los que deciden quién es apto o no para tocarlo.
Divide tu Jesús, compartir, dejar que la gente lo toque, porque Jesús pertenece.

rafa,
revolución

Nenhum comentário:

Postar um comentário